lunes, 3 de marzo de 2008

PAQUITO D'RIVERA

una crónica que tambien se quedó fuera del número82 de Lagenda

CRÓNICA CONCIERTO PAQUITO D’RIVERA (XXIV FESTIVAL DE MÚSICA DE CANARIAS)


Paquito & Cía.

Y ya van veinticuatro ediciones del Festival de Música de Canarias, una cita obligatoria en el circuito internacional durante la temporada de invierno para los apasionados de la música culta.

Cada año se supera y nos sorprende con novedosos guiños artísticos, bien por la calidad de las obras o por los intérpretes. Sin duda, quienes apostaron por el programa de 2008, acertaron en la diana con dos grandes: Cecilia Bartolli, una carismática mezzosoprano número uno en los top ten de ventas, y Paquito D’Rivera, saxofonista y clarinetista de jazz (¿qué fue primero?), figura indiscutible de este estilo, cuyo aval internacional no hay más que comprobarlo con tan sólo echar un vistazo a esa mochila viajera repleta de Grammys…

El lleno absoluto del Auditorio de Tenerife confirmó que Paquito gusta con mayúsculas, por su técnica, por su carácter y por su inventiva. Es capaz de llevarse a la perfección con Mozart, Bach, Piazzola y Ernesto Lecuona, invitarles a un café y convencerles para sacar un disco juntos, si pudieran, claro…

A estos grandes compositores, tan heterogéneos como grandes, rinde su particular homenaje reinterpretando sus obras con toques de jazz, blues, danzones cubanos y guajiras. El resultado no es otro que hermosas estampas musicales como “Conversaciones con Cachao”, una pieza dividida en tres partes para clarinete, contrabajo y orquesta, y cuyo estreno europeo tuvimos oportunidad de disfrutar en esta edición del festival.

Sin embargo, D’Rivera no vino solo. Trajo consigo a tres soberbios intérpretes, cuya sabia combinación, mezclada, no agitada, dejó un grato sabor de boca en los leales seguidores del saxofonista.

Paquito & Cía. podría ser perfectamente el nombre de un cóctel de ésos que los barman presentan a concurso con título sugerente, de sabor explosivo, y que luego, se convierte en todo un clásico que evangeliza, de pub en pub, esta aldea global.

Paquito D`Rivera sería el ron que da cuerpo al cóctel, pero un mojito cubano no sería un mojito cubano sin el resto de los ingredientes. El zumo de limón lo aporta el piano, interpretado por Alex Brown que, sin llegar a la veintena de años, se ha convertido en el artista más joven que ha pasado por el festival.

El batería Marc Miralta es el azúcar del combinado, y aunque ya se sabe que esta bebida se puede endulzar al gusto, la clave reside en pillar el toque justo, ni más, ni menos. Las baquetas en sus manos son capaces de superar la barrera del sonido o por el contrario, ser casi imperceptibles por los espectadores.

Y a todo esto, queda la guinda… ¿qué sería de un mojito sin hierbabuena? (dícese también de hierba huerto u hortelana). Renard García-Fons es, precisamente, ese elemento distintivo, el que marca la diferencia. Dejando patente la maestría indiscutible de Paquito, el gran descubrimiento de la noche fue este contrabajista parisiense para más señas. Quien lo escucha sabe, sin riesgo a equivocarse, que se encuentra ante un portento del arco, un ejecutante tan apasionado como técnico, conocedor incluso de los sonidos más remotos e insospechados que pueden emanar de un instrumento como el que domina.

El resultado es un cóctel que se sirve bien fresquito: en el primer sorbo se intenta averiguar cuáles son los matices de la bebida mientras se ladea la cabeza… El segundo trago es para reafirmar que el mojito convence y para cuando uno se da cuenta, ya se han apurado las últimas gotas de la copa y se pide la siguiente… ¡Otro Paquito & Compañía, por favor!



Sonia Rodríguez Pérez.

ADOPCIONES GENERALES

El artículo de lotuyonotienenombre que se nos quedó en el tintero, y en referencia a las próximas elecciones

Adopciones generales

Parece que no haya pasado el tiempo desde que iba a las clases que nunca impartió Fernando Savater en la Complutense, mientras se descolgaba en El País con frases como aquella tan total que decía algo así como exactamente esto: “No es lo mismo ser padres que jugar a papá y mamá... sobre todo cuando ya estamos jugando placenteramente a cosa muy distinta”.
No sé si asiste ahora a sus propias clases, pero sí que al menos no ha repetido todavía, como candidato de UPyD, lo de jugar a ser papás. Claro que casi casi se supera cuando alega, en la Zero de este mes, que “no hay derecho a programar huérfanos” y que “el derecho a tener padre y madre es inalienable”. Para confundir un poco más las cosas, y por no arrasar del todo con las siglas de su partido, añade que si el niño no es muy pequeño, y si tiene la “estabilidad y madurez” suficientes, podría ser adoptado tranquilamente por heteros, solteros e, incluso, maribolleros.
Queda claro que Savater sigue hecho un lío. Cuando dice lo de que si “luego las leyes lo van a asumir, pues yo me plegaré, pero si me preguntas si me parece una inmoralidad, te diré que sí", parece claro que está cruzando los dedos para que el constitucional revoque lo que ya asumieron las leyes. Pero no es esa su mayor confusión. Sobre lo de “programar huérfanos”, explica que no cree “que nadie tenga derecho a programar la inseminación artificial” de “un niño sin padre o sin madre”. A ver si nos aclaramos. Las madres y padres solteros, heteros o no, no necesitaban de los recientes cambios ni para adoptar ni para inseminarse, artificial o naturalmente. Tampoco les hacía falta a las parejas de gays y lesbianas para formar familias con hijos: lo podían hacer ya, sólo con que cualquiera de ellos, o ambos, adoptaran individualmente. Y por supuesto nunca necesitaron ni adoptar, para serlo, las familias homoparentales que crían hijos de anteriores relaciones.
Mal que le pese a muchos, la homoparentalidad nunca ha sido ilegal. Como tampoco las leyes de parejas de hecho, o la del matrimonio, autorizaron la existencia de parejas gays o lesbianas. Unas y otras han sido, desde que murió Franco aproximadamente, perfectamente legales y, de paso, radicalmente discriminadas. Mientras defiende el derecho a la “filiación completa” para criticar las leyes de adopción, a lo que se opone Savater, aunque no lo sepa o lo disimule, es al reconocimiento jurídico de la filiación de aquellos que tienen ya, de hecho, dos padres o dos madres. Si quería criticar la ley de inseminación artificial, o a las madres solteras por libre elección, o al perro del hortelano, haber hablado en su momento. Lo que no tiene sentido es cargar ahora, por el bien de la heterofiliación, contra un derecho a adoptar que nada tiene que ver con la existencia de familias homoparentales: sólo tiene que ver con la desprotección legal de esas familias, y con los derechos de filiación que le gustaría volver a negar a los hijos de esas familias. Te pongas como te pongas, Fernando, lo tuyo sí que es programar huérfanos.


Savater, F., “Jugar a papás y mamás”, El País, 26 de Agosto de 2001
Entrevista a Savater en Zero, Marzo, 2008